miércoles, 9 de abril de 2008

BIOPARC, en Valencia

Aunque será cada vez más un zoológico urbano, hoy recojo en este foro mi experiencia en BIOPARC, en Valencia, porque los animales que en él conviven y el ecosistema que reproduce es el habitat de Africa Ecuatorial, la Sabana Africana y la isla de Madagascar.


Pero el BIOPARC no es sólo un zoológico, sino también un lugar en donde se conservan especies en peligro de extinción invirtiendo, además, en los lugares de origen de estos animales para el mantenimiento de su especie.





Nos recomiendan en la entrada empezar a disfrutar de Madagascar y hacemos caso. Al entrar nos advierten, sobre todo a los niños, que los animales están sueltos, que no nos acerquemos a menos de un metro, que no les intimidemos ni les demos de comer, que respetemos su intimidad. Y efectivamente, están sueltos. En un recinto cerrado, con doble puerta, para entrar por una mientras está cerrada la otra y evitar que se puedan escapar. Y, sí, están sueltos. Sólo entrar, un lemur salta de un árbol a otro, de una rama a otra. Parece un malabarista de circo. Nos sorprende con su pirueta y nos sorprende con el sonido de su boca. Intimidación ó saludo, no sabría decir. Nos mantenemos alejados, por si acaso. A Carlos no le agrada nada, pero se conforma. Y otra sorpresa. Otros Lemur, grises, con la cola con aros de color blanco y negro. Estos Lemur, en grupo. Estos Lemur, con sus crías. Diminutas, con una mirada indefensa, abrazándose a su madre. Una tiene dos crías, dos gemelos, nos dicen al entrar por segunda vez. Nos ha gustado tanto ... Otra, tiene una sola cría. Por la mañana, se les ve traviesos, juguetones. Al mediodía están sonnolientos, agrupados, acurrucados unos con otros. Los adultos nos miran recelosos, como si hubiéramos interrumpido algo. También nos miran curiosos. A los bebés los protegen y no los volvemos a ver. Pero nos llevamos un buen recuerdo. A Myriam, a Paqui y a Paskki, nos ha encantado.


Lemur




El siguiente bloque, Africa Ecuatorial. No lo contaré todo, porque hay que ir y disfrutar en directo de estas instalaciones y de sus nuevos inquilinos. Uno de los momentos que más me gustó fue ver a los Leopardos. También diré que tengo predilección por los felinos. Hay una pareja de Leopardos en un recinto amplio con un pequeño barranco, una cascada y una zona de hierba. En esta, la hembra la recorre de arriba abajo sin descanso, rozando el cristal de seguridad de una ventana. ¡Menos mal que está el cristal de seguridad!. Es un ejemplar precioso. El macho está acostado al final del barranco. Parece una estatua, no de mueve. La hembra le visita pero no lo anima. Y esta, vuelta a su caminata. Vuelve a impresionarnos cada vez que se acerca a la ventana de seguridad mencionada.





Si los felinos me gustan, también algunos herbívoros de cuatro patas como los elefantes y, sobre todo, las jirafas. Las jirafas, con esa cara tan rara, ese cuello tan largo, esa indumentaria tan particular, esas patas tan finas y alargadas. Las vemos desde muy cerca. No paran de comer hierba. No paran de roer en los troncos de las palmeras. La más joven no para de recorrer el amplio espacio que tienen en un ambiente que reproduce la Sabana en donde también están otros herbívoros como las gacelas. En otro ambiente de la Sabana, rinocerontes y cebras. Y aves que no vuelan.





Una enorme leona. Y el rey de la Selva. El león. Durmiendo casi todo el día. Salvo un rato que se le ve enfadado, inquieto. Con su porte de gran señor.




Por mucho que estén entre estas amplias cuatro paredes mantienen su instinto. Su instinto reproductor. Los elefantes y los rinocerontes están juguetones, acariciando a su manera a las hembras. Su instinto de mando. Algunos de estos animales les vemos imponiéndose sobre los otros de su misma especie.




Hay un lugar muy conseguido. La terraza del restaurante. La cristalera mira a la Sabana. Mientras comes ves pasar a una jirafa, a las cebras, a los rinocerontes que se acercan tan cerca de nosotros para beber del riachuelo que nos separa. Las rocas, los montículos, las cuevas, mucho cartón piedra, pero bien ambientado.




Paskki. Detrás, rinoceronte bebiendo. Cebras.


Aunque hay carteles que anuncian que respetemos la falta de experiencia porque las instalaciones son nuevas y que les demos confianza, no encuentro fallos dentro del recinto. El trato es amable. La atención en el restaurante es buena. Pero dentro del recinto. Y digo bien. Fuera del recinto hay un fallo muy importante. La señalización. Es inexistente. Ni en la autopista. Ni en la autovía. Ni en la Avenida del Cid, muy cerca de la de Pío Baroja donde está el BIOPARC. A nosotros, que somos forasteros, nos dirige el GPS, pero no todo el mundo lo tiene. Un fallo reparable. Una crítica constructiva. Por lo demás, hay que ir. Animo a visitarlo a quien lea este escrito. Y lo digo yo, quien disfruté con mi familia cuando visitamos Terra Natura, en Benidorm, después de resistirme a ir por tener vivo el recuerdo de haber vivido un safari fotográfico en el Serengueti, en Tanzania. BIOPARC no es Africa, aunque reproduce su ambiente muy bien. BIOPARC es otra cosa. BIOPARC te espera. Y merece la pena.

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