jueves, 3 de julio de 2008

El puerto de Villajoyosa y Ca Marta

En la Comarca de la Marina Baja de la provincia de Alicante. En la Comunidad Valenciana. Por la costa. Donde es famoso su chocolate. Donde son de colores las fachadas de sus casas. Donde es reconocido su desembarco en las fiestas de moros y cristianos. Donde destacan los frutos del mar en su gastronomía. Villajoyosa. Junto a sus playas de aguas cristalinas. Junto a su paseo marítimo. El puerto de Villajoyosa.


Hace dos siglos, por los años del s.XIX, fue un importante puerto de transporte de mercancías. Más de quinientos barcos matriculados le hacían participar con orgullo en el segundo puesto del ranking a nivel nacional. Estos barcos navegaban por todo el mundo en busca de materias primas. A los muelles de este puerto llegaban muchos productos como lana, madera, carbón, … Desde sus muelles salían, mayoritariamente, productos elaborados de la industria textil de Alcoy y su comarca. Una decisión política y centralista propició el declive de este puerto. Para evitar la existencia de un puerto tan importante como era entonces este de Villajoyosa, tan cercano al de Alicante, se construyó una vía de ferrocarril desde Alcoy a Gandía (esta en la provincia de Valencia). Esto no es una opinión personal, que podría serlo, sino así se explica en un panel que hay en el Espigón de Levante. Este verdugo, el llamado el tren de los ingleses, del que hablo en mi blog y post http://sosegaos.blogspot.com/ al narrar la Vía Verde del río Serpis, fue inaugurado en 1892 y cerrada la línea de ferrocarril en 1969 por problemas de competitividad económica con el transporte por carretera.




Entonces y ahora, este también lo fue y lo es, pesquero. 53 barcos se cobijan en él de los aires del Levante. 53 barcos, algunos de arrastre, llenan sus bodegas de pescado y de ilusiones, con la mirada puesta en la crisis económica y los altos precios del gasóleo. Atentos al horizonte y al devenir cotidiano.

Entonces y ahora el puerto lo preside un astillero donde se construyen y reparan barcos. Como todo, el transcurso del tiempo ha cambiado su paisaje. Ahora abundan los cascos de fibra, frente a los de madera; el hierro, por el plástico. Pero sigue teniendo su encanto. Disfrutar observando cómo los carpinteros acarician las barrigas de los cascos de las embarcaciones para desprenderlas de impurezas. Cómo lijan los lienzos de madera para que el mar pinte en ellos sus tormentas.

El puerto pesquero y el astillero conviven espacio con otro puerto. El puerto deportivo, con su club náutico. Veleros y a motor. Pequeños y más grandes. Permite la entrada de embarcaciones de hasta 4,5 metros de calado.








Después de este paseo al sol, mi amigo Javier Fiol y Paskki buscamos quién nos da de comer. Ca Marta nos da la bienvenida con su hospitalidad. Recompensa a nuestras fatigas. Clochinas al vapor (mejillones del Mediterráneo), salazón: hueva, mojama, anchoas (extraordinario de sabor y de presentación), arroz meloso con frutos del mar y verdura (espléndido). Regado con Albariño Pontellón. Sorbete de limón. Y Cune, mistela de Cocentaina, agradable al paladar y al estómago. Un lugar para volver y disfrutar de sus sabrosas recetas. Para saborear el olor a mar de sus fogones.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Nuevo capítulo tan interesante como todos los demás. No sé que admirar más, si tu pluma ágil y fresca o tu arte para plasmar en fotos imágenes sencillas dándoles una perspectiva genial que dan fe de cuanto describes.
Gracias por recordarme o enseñarme tantos lugares, quizás por próximos un poco olvidados o ignorados.

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