miércoles, 5 de agosto de 2009

capitán de los vientos y de las golondrinas

 

Con el mar a nuestros pies, en esta tarde tranquila, donde la conversación ha sido la protagonista y la palabra ha sido nuestra compañera. En estas horas de sosiego, hemos recordado y leído aquellos versos de Alberti que han jugado con nuestra memoria. Que han recorrido con nosotros nuestros recuerdos. Que nos han llevado de la mano a la orilla del mar a oír sus canciones de sirenas.

Te invito, amigo lector/a, a que nos acompañes al paseo por  unos rincones de la isla de Tabarca, con algunos de estos versos marineros y fotografías que he tomado en la isla, en mis caminatas con el Capitán Antón y unos amigos:

CON ÉL

  Zarparé, al alba, del Puerto,
hacia Palos de Moguer,
sobre una barca sin remos.
  De noche, solo, ¡a la mar!
y con el viento y contigo!
  Con tu barba negra tú,
yo barbilampiño.

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A UN CAPITÁN DE NAVÍO

Sobre tu nave —un plinto verde de algas marinas,
de moluscos, de conchas, de esmeralda estelar,
capitán de los vientos y de las golondrinas,
fuiste condecorado por un golpe de mar.

Por ti los litorales de frentes serpentinas
desenrollan, al paso de tu arado, un cantar:
—Marinero, hombre libre que los mares declinas,
dinos los radiogramas de tu estrella Polar.

Buen marinero, hijo de los llantos del norte,
limón del mediodía, bandera de la corte
espumosa del agua, cazador de sirenas;

todos los litorales amarrados del mundo
pedimos que nos lleves en el surco profundo
de tu nave, a la mar, rotas nuestras cadenas.

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EL FAROLERO Y SU NOVIA

   —Bien puedes amarme aquí,
que la luna yo encendí,
tú, por ti, sí, tú, por ti.
   —Sí, por mí.
   —Bien puedes besarme aquí,
faro, farol farolera,
la más álgida que vi.
   —Bueno, sí.
   —Bien puedes matarme aquí,
gélida novia lunera
del faro farolerí.
   —Ten. ¿Te di?

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Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

   Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

   ¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!

 

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El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!

   ¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?

   ¿Por qué me desenterraste
del mar?

   En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.

   Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

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1 comentario:

Anónimo dijo...

BUENA COMBINACION DE POESIAS CON EL MAR COMO HORIZONTE. ME ENCANTA ESTE BLOG. UN SALUDO.

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