viernes, 13 de junio de 2014

Portal de Elche, en Alicante




Por el casco urbano de Alicante. En lo que fue plaza de las horcas, junto donde estuvo el torreón de San Bartolomé, extramuros de las murallas que cerraban la ciudad antigua a la orilla de lo que hoy conocemos como la Rambla de Méndez Núñez, colindante a lo que fue la Puerta de Murcia ó de Orihuela por nacer el camino que marchaba en esas direcciones, que también se llamó plaza de Fernando VII ó de la Constitución ó del General Franco. Hoy su nombre es Portal de Elche.




Tantos nombres vistieron la plaza de muchos contenidos. En 1869 D. Eleuterio Maisonave plantó en su centro lo que llamó el árbol de la Libertad. En 1881 D. José Carlos de Aguilera, marqués de Benalúa, instaló una fuente en su centro para traer las aguas de La Alcoraya. Hubo kioskos de prensa en sus ángulos. Muchos años después se instaló en su centro la escultura “La Estrella” de Eusebio Sempere que, posteriormente, se trasladó a la plaza de La Estrella junto a El Corte Inglés de la Avenida de Maisonave. Finalmente su centro fue ocupado por un kiosko copiado de otro que se construyó en esta plaza y en su interior se instaló una oficina de turismo. Pero no fue este su último destino porque hoy el kiosko es la sede de un bar cafetería rodeado de enormes y centenarios ficus. 


Situado en el centro del casco antiguo, en un cruce de caminos de antes, carreteras de ahora, en un lugar de tránsito obligado para moverte por esta parte de la ciudad, el Portal de Elche es punto de encuentro, lugar de referencia de la ciudad de Alicante. Dos poblaciones que siempre se han mirado de reojo en vez de ir de la mano en sus reivindicaciones estructurales, urbanísticas, con el arco mediterráneo, … Alicante y Elche tienen mucho que ver por estar tan cerca, menos de 30 kms las separan, por su gran hospitalidad, emprendedoras cada uno en lo que mejor saben hacer uno en relación con el turismo y los servicios, otra con la industria del calzado.


 En este rincón alicantino bien merece una parada para recuperarse del paseo urbano, de los calores del verano ó de los fríos de enero. Un lugar idóneo para la tertulia y el sosiego con un refresco en una mano y la imaginación y la palabra en la otra. Un sitio donde dejar correr el tiempo entre el recuerdo de lo que fue y ha sido esta plaza, de lo que es hoy y quizá siga siendo mañana. 

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